Bien, pues el día anterior había tenido el exámen, así que tuve que preparar ese mismo día a la vuelta de la uni, la maleta para volver a casa. Pero había una dificultad añadida: tenía que llevar también la ropa que después me serviría para la Laponia, porque no pasaríamos por Trondheim.
El día de la vuelta fue uno de esos días interminables, desde que te levantas hasta que te vuelves a meter a la cama. Tremendo de largo.
Empezó a las 4 de la mañana, me levanté sobresaltado por el sonido de la alarma de incendios, pero no era la alarma que se salta cada dos por tres en la cocina, era la alarma de todo el edificio, y por tanto, no suena desde la cocina, sino desde cada aparato detector de incendios, incluido el que está a 1 m de mi cabeza. Además, tienen luces giratorias como si de una nave alienígena se tratara. Fui a la cocina a ver que es lo que pasaba y allí olía a rayos, pero no era de nuestra casa, era de la del vecino, que al parecer se le había quemado un filete... pero quemado de negro carbonizado, y estaba la sartén en la terraza, en la nieve. Terrible, estábamos todos en pie por la casa mirándonos unos con batas, otros en calzoncillos, otros en pijama... vamos, una escena...
No conseguía dormirme, tardé más de una hora y las 6 de la mañana... ¡¡PI PI PI PI PI PI PI!! Otra vez!! resulta que antes habían dejado todas las puertas abiertas para ventilar y claro, el humo sube, y del hueco de la escalera no puede escapar proque no hay ventanas, así que se acumula, y como somos muchos en el edificio, pues alguien desayunará a esas horas, encendería el fuego y con un poco más de humo aumentaría la densidad de éste y el detector saltaría otra vez. Esta vez la gente pasó de salir a ver que pasaba, estaba yo solanas el único que andaba por alli. Me volví a meter pero vamos... poco dormi.
A las 7 ya me levanté y tal, preparé un bocadillo para el viaje y bien. Pero a las 8 de la mañana, que justo salía por la puerta... ¿qué paso? ¿cómo sigue la serie...? 4-6-...8!! a las 8 volvió a sonar la alarma. Yo dije, ahí os quedáis majos! y cogí mi maleta y me fui a la calle.
Gran error.
No había caído en la cuenta de que estaba tooodo nevado, y que los 10 minutos que normalmente me cuesta llegar pues con la nieve iba a ser más, porque donde en una ciudad civilizada las ruedas, son ruedas, en una ciudad noruega las ruedas ... son peso muerto. Así que con mis 25 kilos de maleta a pulso y arrastrándola por todo el muelle hasta allí.
A medida que me acercaba ví que llegaba y se iba un autobús del aeropuerto, así que tuve que esperar al siguiente. Llegó, me monté y en 35 minutos, como siempre, estábamos en el aeropuerto.
A la hora de pesar la maleta es cuando me di cuenta de que tenía más del peso permitido (nuuuuunca me pasa eso, siemmmmpre lo compruebo, pero no tenía con qué) así que a apoquinar. Después, pasé el control de seguridad y me pasó otra cosa de esas que te ríes cuando ves a la gente: no me había dado cuenta de la lata de alubias que llevaba en la mochila para el abuelo... pues nada, a tirar.
Una vez en la puerta de embarque (en lo más profundo del ala más larga del aeropuerto) ahí estaba yo con destino a Praga para después volar a Barcelona. A esto que veo un fotógrafo de periódico y veo que va paseándose como buscando a alguien, preguntado y la gente diciendo que no con la cabeza... ay madre...
Se me acerca un chico y me dice:
- ¿hablas ingles?
- si, un poco
- ¿Ves a ese chico de la cámara de fotos?
- Si
- Me está buscando a mí. ¿Puedo hablar contigo para disimular y que no me vea?
- Claro. ¿Es él el que te ha estado llamando por teléfono y no le has cogido? (yo soy muy observador jejeje)
Nos retrasaron el vuelo, así que había más probabilidad de que le encontraran, incluso me vino el fotógrafo a mi y me dijo que si yo era el que buscaba, y le dije que no, jejeje. Y el chico a mi lado todo callado, jejeje.
Finalmente en el avión todo normal, una alemana pesada me preguntaba todo el rato que si sabía qué moneda había en Chequia y que si sabía por donde estaba la estación del tren. Como habíamos salido tarde, el avión no podía perder más tiempo y salimos... por la puerta de embarque de los siguientes pasajeros, por lo que tuvimos que recorrernos todo el aeropuerto al revés para entrar en la zona de maletas. Las maletas tardaron una eternidad y por fin ahí estaba la mía con su pegatina de los colores de La Rioja. Cogí mi maleta y, ale! para afuera! A ver si podía ir a Praga ciudad.
Tormenta de hielo.
Estaba nevando y había más capa de nieve de la que había visto en Trondheim en dos meses seguidos, yo de ahí no me movía, no fuera a ser que me quedara atascado en centroeuropa, nanay! Así que me fui lo primero a ver desde donde salía mi siguiente avión, que estaba escondido en otra terminal no señalizada.
Dí unas cuantas vueltas por allí y había que comer algo, miro los precios y eran unos números que no cuadraban ni en NOKs ni en Euros... unos números rarísimos, claro, coronas checas. ¡Vete a saber cuánto era una corona checa! fuí al banco y ví el tipo de cambio, era bastante fácil, 1€=25Czech-kroner. Así que volví al Mc donalds y vi que no estaba del todo mal, aunque me hubiera apetecido una cervecita y eso, pero parecía que no había manera de conseguir en los otros bares.
Tras un poco de relax y tal, pasé por el control de seguridad prontito para descansar delante de la puerta de embarque, que así cogía sitio pronto. Este vuelo era con Wizz Air, la primera vez que volaba con esta compañía. Lo curioso de esto es que como ya iba a Barcelona, empecé a oir palabras en Español y fue una sensación extraordinaria, mi cerebro no se hacía la idea.
Embarcamos pronto, eso era buena señal, porque después tenía que coger el bus a Zaragoza y tenía el tiempo justito. Me empecé a poner nervioso cuando avisaron por megafonía que el avión "tenía hielo en las alas" que tenían "que pasar por el hangar para limpiarlo" (¿?¿?¿?) , que iban a ser 20 minutos... ya ya, me dormí, me desperté una hora más tarde y allí seguíamos, sin despegar.
Llegamos a Barcelona, a el Prat y fue una sensación extraña el estar otra vez en España, el dudar de si preguntarle a una persona en español o en inglés era muy gracioso. Yo todo sofocado miraba las alternativas: tengo una hora y media para llegar a la estación del Norte. Fui a preguntar cuánto costaba un taxi y me dijo: 30€... y le dije "muchas gracias" (ojalá lo hubiera cogido).
pregunté qué otras maneras había y me dijeron que tenía que coger "el metro ese de allí", fui corriendo, pasé por el paso peatonal sobre las calles, llegué a la estación que era del cercanías, no de metro, y allí me dijeron que el que yo tenía que coger tardaría media hora, y además tenía que hacer transbordo y otros tantos minutos, para que despues me dejara en Plz Cataluña, nada cerca para ir con maleta. Todo esto me lo dijo un taxista, me dijo que él me podía llevar. Yo a pesar de lo mal que sonaba, es que no tenía otra opción. Entonces me puse a preguntar a toda la gente, gritando ¿alguien va a la estación del norte? y una chica me dijo que ella iba a Sants, pero que ella cogía el tren, después me vino que que sí, que sino lo perdía. Yo preguntado a unos coreanos, chinos y japoneses corriendo que si querían venir y compartir "SHARE, SHARE THE TAXI", y ellos "aaaaahhh jajajaja, nou nou, we have all the time we want" grrr.
Total, me alío con la chica esta para el taxi, nos montamos. Ahí aprendo que ha venido en el vuelo conmigo, que está en Praga de Erasmus y que era de Pamplona. El taxi iba a toda velocidad por las calles, quedamos en que dejábamos a ella primero porque Sants pillaba antes. Pero ella no tenía dinero, tuvimos que pasar por un cajero para que sacara, y mientras tic, tac, tic, tac. Corriendo a Sants, ella se baja y se le olvida la maleta!!! y el conductor del taxi medio histérico ya: "¿pero cómo se le puede olvidar?" y yo "es que son muchas emociones juntas".
Corriendo nosotros a la estación del norte. y va y me dice "el tuyo salía a las once, no?" y yo: "NOOO, A LAS 10 Y MEDIA" (eran y veinte) y en ese momento es ya cuando experimenté matrix en todo su explendor, las figuras, árboles y mobiliario urbano que veía por la ventanilla se rasgaban y se estiraban ante mi vista, no había puntos ni siluetas, sólo rallas de colores debido a la velocidad. La chica me había dado el dinero a mi para que pagara, pero yo no tenía mucho más.
- ¿Me has dicho que tienes que sacar dinero, no?
- Depende, tengo 34 euros con 19 céntimos
- Pues no va a ser suficiente.
Será posible, con las prisas que llevábamos y el estrés de conducir así no se preocupó ni un instante por que yo llegara, le importaba el dinero.
Me paró en un cajero de a saber qué compañía, gracias a la tarjeta de caixanova-amiga-del-erasmus que puedo sacar de cualquier cajero sin comisiones pero ahí es cuando el banco enemigo enfunda su arma y te hace la pregunta más difícil que te puede hacer un ente de esta calaña:
- ¿Qué tipo de tarjeta es la suya: Crédito, Débito o Cuenta corriente?
- Nooooooorrr
33% de posibilidades, marco una, me pide pin, escaneo de retina y pruebas de adn, me pide cantidad, la pongo. Error, esta tarjeta no es del tipo adecuado, retire la tarjeta, gracias por su visita, la vuelvo a meter, 50% de probabilidades, mismo interrogatorio, pero esta vez con premio. Me monto, se pone en marcha sin cerrar, volamos por las calles, llegamos al cruce con la estación y me dice:
- ¡40€. Corre, sal, esa puerta de alli, bajas las escaleras y allí está, corre, corre!
Me voy pitando todo lo que puedo con mis 25 kilos a pulso, bajando las escaleras de la cochambrosa estación y justo veo un autobús de ALSA que doblaba la esquina... las diez y 31 !
No me lo podía creer, despues de todo lo que había pasado, pregunto a otro autobusero de alsa y me dice,
"sí, seguramente sería el de Zaragoza, vete arriba que igual te lo cambian por otro más tarde, que a veces si lo acabas de perder, por un poco más de lo cambian por uno nuevo"
Yo todo desolado, sudado y sin aliento, subo a la oficina y me pongo a la fila ya cabizbajo, miro la pantalla y veo: "Zaragoza 22:45", miro el reloj "22:44"... en ese momento es cuando tu cabeza explota por dentro y dices: "nooooooooooooo, el autobús ha venido mientras he estado aquí y ahora se va a ir sin mi!!!". Menos mal que vi que eran llegadas y no salidas, sino me hubiera dado un patatús. Conseguí que me cambiaran el billete por uno a la 1 de la mañana, porque el de las 12 era un supra y como el mio no era supra, pues no me lo podían cambiar por un supra.
Así que finalmente tenía 2 horas para descansar. conté todo esto a mi familia y a Laura, la sensación y el peso era como el de un viajero perdido en la época de explendor de los ferrocarriles europeos, sin dinero, con mi maleta que era todo, con hambre y con idiomas extraños :)
Y tenía hambre de carne. ¡ Larga vida a los Kebab !
Que encima tenían cerveza... uf, dos de las cosas que se echan de menos en Noruega, cervezas y carne.
Como soy previsor, fui un poco antes de la hora para ver venir el autobús, llegó, me monté y todo bien. Cómodo, la gente con sueño, asientos majos... y sed. Tenía sed... ¡malditos kebabs! ví a través de la ventana del bus unas máquinas de refrescos, le pregunté al autobusero que si podía salir a por agua y me dice: " pero si no vienes nos vamos si ti". Y yo corriendo a la máquina.
Yo con 5 euros: Meto un euro, meto otro, aprieto botón, no sale nada. Doy golpe, no sale nada, doy devolver dinero, nanay de la china. Y yo con sed. 3 euros.
Voy a otra de adentro, meto euro, veo que lo reconoce, meto euro, aprieto botón, no sale nada, aprieto devolver, me devuelve 1 euro. total, tengo 2. última oportunidad. meto un euro... se lo traga, no lo devuelve, miro el euro de mi mano... ¡AAAAAARRRRRGGGGGG!
La sed es muy mala, menos mal que conseguí concentrarme y me dormí, no porque tuviera sueño, sino porque era mejor dormir a sufrir la sed. Llegamos a la parada intermedia del camino y me fui corrrriendo al bar a por una botellita de agua... ¡qué botellita! nada de esas cosas! que luego pasa lo que pasa, cogí una de litro y medio y me quedé más agusto... ah... el agua...
Ya me fui despertando con ese número de urbanizaciones creciente y por fin llegué a Delicias, cogí mi mochila, mi agua y me fui.
¡La maleta!
Corriendo de vuelta al bus, que ese bus se iba a madrid, eso si que hubiera sido el colmo, el peder la maleta porque se me olvida cogerla y que se vaya el autobús... pufff, terrible.
Ya no me anduve con tonterías, salí a la superficie, cogí el primer taxi que había, saltándome todo tipo de protocolos de amabilidad, tráfico y peligro y le dije al taxista: "a casa". Allí me esperaba Laura y todo este capítulo acababa, a las 6 de la mañana.
Al final, desde que me desperté por la primera alarma hasta que por fin pude dormir otra vez habían pasado 26 horas, tres comidas, tres países, tres monedas diferentes, tres idiomas... y una experiencia fantástica.
Un saludo a todos desde Trondheim
Marcos (Espinosa)